EL LLANO EN LLAMAS (JUAN RULFO)
El Llano en llamas es una serie de diecisiete cuentos en los que Juan Rulfo, entre otros aspectos, trata el problema de la tierra en México. La tierra infértil, como la de los relatos Luvina y Nos han dado la tierra, donde los personajes caminan por la tierra que les han concedido, haciendo referencia a ella como “un comal acalorado en donde si siembran, no crecerá nada, ni zopilotes”. Estos cuentos tienen como referencia el código histórico-político y concretamente aluden a la reforma agraria y la repartición de la tierra, incrementada durante el sexenio de Cárdenas.
Llibre d’artista està compost de:
6 linogravats a una, dues i tres tintes. Estampats sobre paper amate.
1 exvot mexicà imprès sobre paper de seda fabricat artesanalment.
Edició de 6 exemplars, numerats i signats.
Preu: 200 euros
Nos han dado la tierra
Yo no me había fijado bien a bien en Esteban. Ahora que habla, me fijo en él.
Lleva puesto un gabán que le llega al ombligo, y debajo del gabán saca la cabeza algo así como una gallina.
Sí, es una gallina colorada la que lleva Esteban debajo del gabán. Se le ven los ojos dormidos y el pico abierto como si bostezara. Yo le pregunto:
—Oye, Teban, ¿dónde pepenaste esa gallina?
—Es la mía dice él.
TALPA
… En eso pensábamos Natalia y yo y quizá también Tanilo, cuando íbamos por el camino real de Talpa, entre la procesión; queriendo llegar los primeros hasta la Virgen, antes que se le acabaran los milagros.
Macario
Estoy sentado junto a la alcantarilla aguardando a que salgan las ranas. Anoche, mientras estábamos cenando, comenzaron a armar el gran alboroto y no pararon de cantar hasta que amaneció. Mi madrina también dice eso: que la gritería de las ranas le espantó el sueño. Y ahora ella bien quisiera dormir. Por eso me mandó a que me sentara aquí, junto a la alcantarilla, y me pusiera con una tabla en la mano para que cuanta rana saliera a pegar de brincos afuera, la apalcuachara a tablazos…
¡VIVA Petronilo Flores!
Encontramos al resto de los Cuatro detrasito de unos matojos, los tres juntos, encaramados uno encima de otro como si los hubieran apilado allí. Les alzamos la
cabeza y se la zangoloteamos un poquito para ver si alguno daba todavía señales; pero no, ya estaban bien difuntos. En el aguaje estaba otro de los nuestros con las costillas de fuera como si lo hubieran macheteado. Y recorriendo el lienzo de arriba abajo encontramos uno aquí y otro más allá, casi todos con la cara renegrida.
– A éstos los remataron, no tiene ni qué -dijo uno delos Joseses.
Los coyotes seguían aullando.
Siguieron aullando toda la noche.
Luvina
“Nosotros, mi mujer y mis tres hijos, nos quedamos allí, parados en la mitad de la plaza, con todos nuestros ajuares en nuestros brazos. En aquel lugar en donde sólo se oía el viento…
“Una plaza sola, sin una sola yerba para detener el aire. Allí nos quedamos.
“Entonces yo le pregunté a mi mujer:
-¿En qué país estamos, Agripina?
Y ella se alzó de hombros
Paso del Norte
-Me voy lejos, padre; por eso vengo a darle el aviso.
-¿Y pa ónde te vas, si se puede saber?
-Me voy pal Norte.
-¿Y allá pos pa qué? ¿No tienes aquí tu negocio? ¿No estás metido en la merca de puercos?
-Estaba. Ora ya no. No deja. La semana pasada no conseguimos pa comer y en la antepasada comimos puros quelites. Hay hambre, padre; usté ni se las huele porque vive bien.